divendres, 15 d’agost del 2014

Signes d’esperança

carta Papa

M’ha semblat bé recollir avui dues cartes que he trobat interessants, sobretot per un motiu: per la proximitat comunicativa que mostren totes dues. Una de les coses que normalment fallaven a l’ Església –i que tant es troben a faltar- era aquesta comunicació propera entre jerarquia i simples fidels. I com més alta era la jerarquia, més llunyania amb els fidels i amb el món en general (i, per tant, amb tot tipus de persones, siguin creient o no creient). Massa diplomàcia, massa política, massa semblança amb la manera de fer dels governants dels Estats, massa llunyania de la frescor evangèlica originària . Tot plegat, no ha fet gens de bé.

Sembla que aquest Papa va voler trencar amb això ja des del principi i ja des del primer moment va fer signes clars de que vol ser i actuar d’una altra manera. Crec que és un bon intent! Aquesta carta que recullo avui n’és una petita mostra. Un signe més d’esperança d’aquest intent de fer una Església més propera i més humana. I n’és una altra mostra l’altra carta que recullo; una carta que li dirigia una religiosa poc després d’haver estat elegit Papa.

Símptomes de que les coses van canviant? Segurament que sí. N’hi ha prou amb això? Segurament no. Serà possible una nova forma de comunicació i de comunió dins de l’ Església. Esperem-ho. Per exemple a l’hora de nomenar bisbes, les maneres haurien de ser totalment diferents i la feina dels Nuncis també s’hauria de revisar de dalt a baix. S’hauran d’anar fent passos en aquests sentits i aquesta és justament la gran esperança de molts en els moments actuals que viu l’Església, una esperança que no pot ser defraudada un cop més.

  • Aquesta primera carta és del Papa Francesc i l’acaba d’enviar –manuscrita- a la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto.

Vaticano, 7 de agosto 2914

Sra. Estela de Carlotto

Muy estimada Señora:

Por medio de estas líneas quiero hacerme cercano a Usted en estos días en que usted se ha reencontrado con su nieto. Sé que es una alegría para la abuela que ha recorrido un largo camino de sufrimiento. Un sufrimiento que no la paralizó sino que la sostuvo en la lucha. Y hoy, por esa constancia en la lucha, no es solo su nieto el que la acompaña sino también otros 114 que han recuperado su identidad.

Gracias Señora por su lucha. Me alegro de corazón y pido al Señor que le retribuya tanto tesón y trabajo.

Quedo a su disposición, y por favor, le pido que no se olvide de rezar por mí. Que Jesús la bendiga y la Virgen Santa la cuide.

Cordialmente

Francisco

 

  • I aquesta altra és la que DOLORES ALEIXANDRE, RSCJ, li enviava al Papa Francesc poc després de ser elegit Papa.
  • Carta al Papa Francisco
    “Han ido a buscarte casi hasta el fin del mundteixy ha sido un acierto: gracias por haber aceptado quedarte, sin poder volver a recoger tus cosas. Menos mal que los zapatos que llevas parecen cómodos…”.

Hermano Francisco: Nunca pensé que me dirigiría así a un papa, pero como en tu saludo inicial no nos llamaste “hijos e hijas”, sino “hermanos y hermanas”, siento que tengo permiso para hacerlo. Y me sale también un tú, aunque llenísimo de respeto, porque no me imagino llamando de usted a un hermano de verdad, y el vos argentino no me va a salir.

En el diario La Nación del 14 de marzo, he leído que tu elección “ha resultado balsámica”, y me ha parecido un adjetivo perfecto para calificar lo que nos está pasando desde que nos saludaste desde el balcón, con aquel tono en el que se mezclaban la timidez y la confianza.

Primer efecto balsámico: te vemos distendido y hasta bromista (¡qué maravilla, un papa con sentido del humor…!), sin dar en ningún momento la impresión de estar abrumado por el peso de esa responsabilidad agobiante y desmesurada que los papas se han ido echando sobre los hombros, como si les tocara a ellos solos encargarse de toda la Iglesia universal. Como si no existieran los otros pastores, como si el Pueblo de Dios fuera un fardo con el que cargar y no una comunidad de hombres y mujeres capaces de iniciativa y con deseos de participar y de colaborar, como soñamos con el Concilio.

Tú, en cambio, estás consiguiendo comunicarnos la convicción de que ese camino que comienzas lo vas a hacer acompañado por todos nosotros. Qué manera tan franciscana por lo sencilla y tan ignaciana por su lucidez de señalar un nuevo estilo eclesial.

Porque si lo que deseas es que se nos reconozca por la fraternidad, el amor y laconfianza, empiezan a sobrar y a estorbar (hace tiempo que a bastantes ya nos estaban sobrando y estorbando…) tantas conductas, prácticas y costumbres en las que se han ido confundiendo la dignidad con la magnificencia y losolemne con lo suntuoso.

Resulta una sorpresa balsámica sentir que ahora te tenemos como cómplice en el deseo de ir cambiando esas usanzas e inercias que nadie se decidía a declarar obsoletas y ante cuya incongruencia habían dejado de dispararse las alarmas. No son cuestiones irrelevantes, son indicadores que revelan una preocupante atrofia de los sensores que tendrían que haber puesto alerta, hace mucho, de que estaban en contradicción con los usos de Jesús.

Así que bienvenida sea esa tarea que emprendes de volver a la frescura del Evangelio y a la radicalidad de sus palabras: ya nos estamos dando cuenta de que, en lo que toca a los pobres, no vas a darnos tregua.

Comienzas tu camino en momentos de extrema debilidad de la Iglesia. Lo mismo que aquel joven que huyó desnudo en el huerto, a ella le han sido arrancadas las vestiduras con las que se protegía: secretismo, hermetismo, ocultamiento, negación de lo evidente. Pero es precisamente ahora, cuando aparece desnuda y despojada ante la mirada enjuiciadora del mundo, cuando se le presenta inesperadamente una ocasión maravillosa: la de revestirse, por fin, únicamente, del manto de la gloria de su Señor.

Nos has confiado la tarea de sostenerte con nuestra oración, y en estos momentos estoy pidiendo para ti unas cuantas cosas: paciencia ante el rastreo que la prensa está haciendo de tu pasado y que es una consecuencia de lo que dijiste a los periodistas: “Habéis trabajado, ¿eh?, habéis trabajado…”. Pues eso, se han crecido y siguen trabajando.

También pido que no te agobien más de la cuenta las expectativas descomunales que estás despertando y que te sientas muy libre (y muy hábil también) para elegir a quienes creas que pueden ayudarte en el gobierno de la Iglesia, aunque suponga un ERE para la Curia.

Vas a encontrar muchas piedras en ese camino: críticas, resistencias y hasta zancadillas, así que, siguiendo la recomendación de tu preciosa homilía el día de san José, trata de custodiarte un poco a ti mismo. Y por si no aciertas del todo, que se ocupen de ello las santas de la Iglesia de Roma: Cecilia, Inés, Domitila, Tatiana, Agripina, Demetria, Martina, Basilisa, Melania, Anastasia, Digna, Emérita, Martina, Sabina.

Han ido a buscarte casi hasta el fin del mundo y ha sido un acierto: gracias por haber aceptado quedarte, sin poder volver a recoger tus cosas. Menos mal que los zapatos que llevas parecen cómodos.

Muchos nos sentimos ahora responsables de rezar por ti, aunque no seamos de tu diócesis, y nos alegra saber que estás también encargado de velar por la Iglesia universal. De pronto, está recobrando sentido llamar papa al obispo de Roma.

Que el Señor te bendiga, te guarde y derrame sobre ti el bálsamo de su paz.

Podreu trobar aquesta carta de DOLORES ALEIXANDRE al nº 2.842 de Vida Nueva.

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